En Sueño Profético decían:
Pon Amor de Dios en todo lo de la Tierra, pero que amen a Dios donde este Amor vean. Este Amor al que le llega ya está al Mando del Amor de Dios.
Dijo un espíritu de la Gloria:
El que habla de este Amor ya va a decir su nombre, aunque oyendo este Amor no hace falta decir nombre. Yo ya lo voy a decir: soy Teresa de Ávila. Que cuando vivía mi cuerpo, del Amor de Dios no me retiraba. Este Amor tenía fuerza para que olvidara el sufrir que mis compañeras me daban. Que no tenían razones para decir. “Teresa, ¿tú te crees que eres la más buena para Dios de las que en el convento estamos?” Antes de contestar, a Dios pedía Perdón porque no podía callar las palabras de defensa, que no eran de la Tierra, que éstas eran de mi Dios, pero mis fuerzas las agrandaban.
Una mañana bien temprano, porque el sueño no llegaba, estando todas dormidas, me puse de rodillas en mi celda y con mis manos cruzadas el rezo que salía era rezo que a Dios podía hacer sufrir, porque estas eran las palabras:
“Señor, quiero que me mandes la muerte, pero pronto, para estar ya Contigo y no oír las palabras del convento. Pero Te voy a decir lo que antes que la muerte pido. Es que una noche queden todas mis compañeras muertas, y yo, al verlas, ya sé que me concedes que deje la Tierra, porque convento no quedaría”.
Después de esta petición oí a mi Dios estas Palabras:
“Teresa, tu pedir no hace falta que sea pidiendo muerte de tus compañeras, porque la muerte tiene que llegar al cuerpo, pero el espíritu queda con Vida Eterna. Que el grande sufrimiento es si no tienen Eternidad en la Gloria”.
Desperté, oí:
Mi nombre da alegrías y hace sufrir.
Mi nombre Dios lo nombra y yo quisiera hacer una grande cosecha de Teresas de Ávila.
Y que fueran nombrando por todos los sitios que sin Amor de Dios, dice Teresa de Ávila, que es vivir como pájaro en jaula.
En todo lo que se ha dictado ha estado Dios diciendo que no falten las alegrías que Teresa está nombrando.
Esto ya ha subido la cuesta, que es lo que más trabajo cuesta.
TERESA DE ÁVILA
***
Dios conoce muy bien nuestro corazón.Aunque parece que Santa Teresa desea el mal para sus compañeras, Dios sabe que ese ímpetu no es más que el Amor que por Él siente.
ResponderEliminarEs difícil oir el desprecio a Dios y aguantar las ganas de pedir que se quedaran muertos como pedía Sta. Teresa. A mí me hace pensar cómo serían las monjas que estaban con ella, para que ella hablara así a Dios.
ResponderEliminarMenudos "regalitos" serían esas monjas para que Teresa les deseara eso. Además es curioso el nombre de las habitaciones "celdas". Menudo sufrimiento debió pasar ahí.
ResponderEliminarHe leído Mensajes de Sta. Teresa en los que cuenta la mala vida que le dieron sus compañeras, le daban los peores trabajos y el peor sitio para descansar, donde más frío hacía, aparte de los insultos que recibía de ellas. Como tú dices "unos regalitos"
ResponderEliminarEs que la envidia es el deporte nacional. Sus compañeras en vez de aprender a amar como Teresa amaba les corroía la envidia.
ResponderEliminarGracias ruzillo por acordarte de mí en tu comentario de ayer.
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